El campeón del mundo
Favor hacer las donaciones para los niños con cáncer en la cuenta de ahorro exclusiva para Brasil en dos ruedas, número 0483124605-2 de Bancolombia a nombre de OPNICER (Organización de padres de niños con cáncer, Nit: 830091601-7). Con estas donaciones usted está ayudando a un niño enfermo de cáncer a tener una posibilidad de vivir.
(Interrumpo nuevamente el orden de las crónicas dada la actualidad de está)
Salgo del hotel y camino una vez más por la Avenida Borges de Medeiros. La ciudad respira un ambiente diferente al del día anterior. No hay buses repletos de hinchas cantando, ni personas con camisetas de Inter caminando por ahí. De vez en cuando se escucha un pitazo aislado en alguna calle aledaña. La noche es calida y se siente una calma aparente. Me encuentro con Tania, quien me lleva a dar una vuelta por la ciudad baja. Un barrio estudiantil en el que hay varios cafés y restaurantes con mesas en la calle, donde las personas toman cerveza y se reúnen para hablar. En el televisor de uno de los sitios pasan en directo el partido de Velez Vs Nacional de Montevideo.
- ¿Cuánto queda el partido hoy? – le pregunto.
- Cero a cero -. Nos miramos. Sonríe. – Sólo estoy haciendo esto por amistad. Lo sabes ¿no? Te traje esta revista de Gremio para tu crónica, te puede servir –. Caminamos hasta la parada de bus y tomamos el primero que pasa.
Leo en la revista un artículo llamado “Voltareemos! A Tóquio!”, en el que exaltan una frase de Shakespeare en Enrique IV que dice que un hombre le debe a Dios una muerte y por eso puede morir una vez, excusando el descenso a la segunda división que vivieron hace 2 años. El tráfico es pesado y nos va mejor caminando que en bus. Los hinchas de Inter aparecen un poco más sosegados y contenidos con respecto a los de Gremio. Es el primer partido que juegan en su campo después de haberle ganado la Copa Intercontinental de Clubes por 1 a 0 al Barcelona en Tokio. Tania camina despacio, con pereza. – Vas a ver que hoy la gente es diferente. El estadio es un chiquero – dice.
Hacemos una fila larga mientras le tomo algunas fotos a una bandera gigante que ondea en su asta y a un hincha que pasa con media cara pintada de blanco y la otra media de rojo. Se me ocurre una idea y la anoto en la revista.
- Temos um desviado aquí! – dice uno – temos um desviado aquí!
Tania les dice que soy colombiano y estoy haciendo unos reportajes, pero me siguen mirando con recelo. Se aplacan un poco.
- ¿Eres de Emelec? – pregunta uno. Me observan esperando la respuesta.
- No, yo soy de Colombia, no de Ecuador.
- ¿Eres del Cúcuta? – pregunta otro echándome su tufo encima.
- No es mi equipo, pero claro que le hice fuerza ayer. Es de mi país.
- ¿Cuál es tu equipo?
- Millonarios de Bogotá.
- ¡Ah! Un equipo elitista, el Gremio de Bogotá. ¿Y hoy por quién vas?
- Me gusta Brasil. Voy por el equipo brasilero. Aunque estoy cambiando de idea.
- Eso no existe, ir por Brasil. Hoy no juega Brasil. O eres de Gremio o de Inter.
- ¡Ya! ¿Qué es esto? No me gusta ser interrogado ni que me digan desviado – miro con odio al que lo hizo pero él ahora me quita su mirada.
- Esto no es un juego – me dice Tania apretando mi brazo.
- Tampoco para mi – le respondo. Toma la revista de mi mano y la guarda en su cartera.
Uno de ellos luego se excusa. Me dice que aquí las cosas son así. Al final termino tomándoles una foto. Entramos al estadio. Los equipos ya están en el campo de juego. El contraste de colores entre el uniforme rojo y blanco de Inter, la camiseta azul y negra de Emelec, el verde de la grama perfectamente cortada y unos fuegos artificiales rojos que salen disparados desde las tribunas de la barra brava, con banderas rojiblancas, enmarca el escenario. Nos estamos acomodando cuando comienza el partido. A unos cuatro metros de nosotros otra barra baila al ritmo de zamba que un grupo de músicos bate en sus tambores.
- E como o carnaval, no e? – me dice.
El ambiente es de fiesta total. Los hinchas se exaltan con la primera jugada de riesgo de su equipo, pero es Emelec quien tiene la primera opción clara de gol, luego de un contragolpe producto de un pase equivocado en mitad de cancha. El tamborileo continúa constante mientras que tomo algunas fotos, escribo ideas en las hojas de un periódico de Inter que Tania me consiguió, y los dos equipos se van asentando en la cancha. Es un partido abierto y el gol se respira en el ambiente. En un par de pancartas dispuestas a lado y lado del estadio dice: Naçao Independente.
“Ole, ole ole, ole - Inter, ole - Inter / Ole, ole ole, ole - Inter, ole - Inter”. La fanaticada alienta al equipo, al tiempo en que el estadio entero ruge y los jugadores en el campo se van acercando con más peligrosidad al gol. Subidos sobre unas barandas que dan contra el terreno de juego, hay unos hinchas blandiendo sus brazos al ritmo del coreo, junto a un niño que viste la camiseta del equipo, una máscara y unos guantes verdes de extraterrestre. A nuestro lado las personas no paran de saltar a ritmo de zamba. Viene un centro cruzado, un rebote defensivo, un tiro de fuera de área que le queda a un jugador brasilero llamado Perdigao y vemos entrar la bola dentro del arco frente a nosotros. Una fiesta se prende a nuestro alrededor, unos hinchas emocionados nos empujan y de un momento a otro nos vemos cubiertos por una bandera blanca gigantesca que cubre casi la totalidad de la tribuna.
- Inter vai ser campeão de novo – dice Joao.
- ¿No es un poco prematuro para decir eso?
- Voce vai ver – me responde. Los equipos salen de nuevo al terreno.
- ¿Cuántos de los jugadores que están jugando este partido se ganaron la Intercontinental?
- 8. Voce sabe uma coisa, o colombiano Wason Rentaría, eli era un colorado nato. E uma infelicidade que ainda no este. Shutaba golazos!
El partido comienza de nuevo. La zamba se escucha e Inter se va como una avalancha hacia al ataque, llenando de pases largos y frontales a sus delanteros desde atrás. El segundo gol se huele.
“A tirei o pou nu Gremio, e mandei tomar nu cu. E gremista! filio da puta, vai tomar nu cu. Ole, ole ole, ole - Inter, ole - Inter / Ole, ole ole, ole - Inter, ole - Inter”. Los ecos retumban entre las gradas de cemento. Tania me mira en silencio comiéndose las palabras.
Pato saca a un defensa, lanza un centro y cabecea Indio. El portero Elizaga está vencido. El estadio ruge de nuevo, Joao lanza su cerveza hacia arriba y se abraza con sus amigos, algunos hinchas toman la punta de la bandera gigantesca para cubrir de nuevo la tribuna, cuando Tania y yo somos bañados con cerveza por detrás. Nos miramos sin decir nada. El líquido se resbala por mi pelo, mi nuca y siento la camiseta empapada. Tania aprieta los dientes. Ni me volteo.
- Te lo dije, te lo dije: ¡Pato! – me dice el amigo de Joao.
Un hombre de barba con una sonrisa de boca a boca y una cerveza en la mano, que ha estado todo el partido atrás de nosotros, finalmente se decide a preguntar: - A torcida quer saber o que voce e?
Le cuento. - Esta bien, todos somos latinoamericanos. Todo está bien, mientras que sean colorados -. Tania aprieta los dientes mirando hacia otro lado. Tomo algunas últimas fotos de hinchas, el juez señala el centro del terreno, sopla su silbato y el amigo de Joao palmotea mi hombro.
- Los felicito, tienen muy buen equipo – le digo.
- Es el campeón del mundo – responde.
Esta historia queda en continuará…, porque el mundo es mejor verlo con los propios ojos que por el Discovery Channel. (Las publicaciones se harán los martes y jueves aunque su periodicidad no puede garantizarse dada la naturaleza del viaje). Para ver más fotos del viaje diríjase a las páginas www.eduardobecharanavratilova.blogspot.com y www.brasilendosruedas.blogspot.com Agradecemos a los siguientes colaboradores: Embajada brasilera en Colombia, Ibraco (Instituto cultural de Brasil en Colombia), Casa editorial El Tiempo, eltiempo.com, Avianca, Gimnasio Sports Gym y la revista Go “Guía del ocio”.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home